Anteriormente, se obtuvieron resultados similares en peces en los que la microgravedad alteraba la interacción entre las células formadoras de hueso (osteoblastos) y las células destructoras de hueso (osteoclastos). En condiciones de ingravidez, aumenta la actividad de los osteoclastos, lo que acelera la destrucción ósea.
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Los autores del nuevo estudio subrayan que los huesos sometidos a tensión en condiciones normales (como el fémur) pierden más masa en el espacio. Otros huesos, en cambio, pueden conservarse o incluso engrosarse. Esto puede deberse a la redistribución de la presión en el cuerpo en condiciones de ingravidez, especialmente en la parte superior del cuerpo al principio del vuelo.